jueves, 2 de abril de 2015

Cambiamos bici por mochila

La situación es la siguiente: no hemos conseguido la llanta para Erik en Perú, pese a todos nuestros esfuerzos. Finalmente, va a ser Trini, amatxu de Erik, quien nos envíe costosamente una llanta de la calidad y características que necesitamos desde Gasteiz. Lo hará con carácter urgente. Sin embargo, esto se demorará, lo menos, 6 días.
Huaraz, ciudad en la que nos encontramos y a la que llegará el paquete, no nos gusta. Nos parece ruidosa, turística, grande. Nos informamos en la oficina de turismo por la posibilidad de salir a caminar algunos días a la vecina Cordillera Blanca, hacia el este. Las condiciones que ponen para visitarla son múltiples: hay que ir con guía o agencia, si se va sin alguno de éstos solo se pueden hacer caminatas de un día o dos, ya estipuladas, se pagan 10 soles (algo más de 3 dólares) al día o 65 (más de 21 USD) para poder dormir arriba... Pensamos en que, aunque algunos hablen de los trekkings más bonitos del mundo al referirse a estos montes, nosotros no vamos a disfrutar algo tan normado.

La nueva mochila de Erik y la Cordillera Blanca desde la Cordillera Negra

Al otro lado del valle, enfrente de esta afamada cordillera, se encuentra la Cordillera Negra, a la que le han dado este nombre por carecer de nieve, en comparación con la primera. Está al oeste y en caso de tener suerte, podríamos gozar de un día despejado y de que las grandes montañas albinas se vieran en toda su plenitud. Leemos en internet algo más sobre estas montañitas que rara vez alcanzan los 5000 m.s.n.m. Hay poca información, pero una frase nos llama la atención fuertemente: la gente que vive a este lado del corredor del Huaylas, en el que se ubica Huaraz, es más amable que la que mora en la Cordillera Blanca, debido a que está menos acostumbrada a que los visiten los turistas.
El plan está hecho, pues: compraremos una mochila más grande, que falta de oferta no hay en un lugar como en el que nos encontramos, meteremos lo imprescindible y tomaremos camino hacia algún lugar de la Cordillera Negra para, con ayuda de sus amables gentes, perdernos por allá y pasar unos más divertidos 6 días de espera hasta que llegue la llanta. Tenemos en mente dos puntos en concreto: Punta Callán, collado a 4200 m.s.n.m. y Laguna Wilcacocha, desde los cuales nos han recomendado las vistas hacia los montes de enfrente. De todas formas, vamos a intentar impregnar a la caminata un poco del sentido de nuestro viaje en bici: dejarnos sorprender por lo inesperado, tomar decisiones sobre la marcha, asegurar (ya que el mapa que nos acompaña es el que nos han facilitado en la oficina de turismo y deja mucho que desear) y, sobre todo, disfrutar.
Después de dejar todas nuestras cosas apiladas en el hostal desde el que hemos estado haciendo las gestiones para la malograda bici de Erik, compramos comida para unos 3 días y comenzamos a caminar ladera arriba. Preguntando a quienes nos encontramos a nuestro paso, evitamos andar las grandes curvas que realiza la carretera y tomamos atajos labrados por caminantes como nosotros.
El ascenso hacia Punta Callán está repleto de comunidades y barrios aledaños a Huaraz, pero los ganaderos que los habitan pronto se diferencian de la gente de la ciudad por cómo nos miran. Y no solo eso: por fin escuchamos hablar quechua. Tenemos la oportunidad de aprender algunas palabras que nos servirán en los próximos días (seguramente la escritura no es la correcta): paillá (parecido a la típica paella valenciana) significa gracias, amarí (que es algo así como “te doy mi amor”) lo utilizan para saludar, también llamellacu cumple esa función, más atinado cuando das la mano y te presentas. Adiós se dice eua y nos recuerda a un apellido común de Yucatán y finalmente, algo que no hemos utilizado pero se quedará impregnado en nuestras memorias, es cuchi que quiere decir cerdo o chancho. Total, que al igual que otras lenguas, el quechua de esta zona no es igual al que se habla más abajo, por lo que pronto deberemos reaprender otros términos y eso no resulta fácil para unas mentes vagas en todo a lo que trabajo intelectual se refiere, desde hace ya unos meses…
Este primer día en el que el mero hecho de estar en la montaña, completamente autosuficientes y con una mochila nueva nos llena de alegría, titubeamos a la hora de poner la carpa, mas finalmente encontramos un lugar que a los dos nos convence. 

Cordillera Blanca y Huaraz al fondo del valle

Después de cenar yo estoy medio adormilada y Erik observa con detenimiento el movimiento de las nubes. Justo antes de anochecer, se acercan dos mujeres a advertirnos de que posibles maleantes pueden acercarse a este lugar, apedrearnos y robarnos. Nos aconsejan retroceder una quebrada y acampar en medio de sus casas, para que los perros que las cuidan nos avisen con sus ladridos de posibles malechores. Yo no lo dudo: antes de pasar una noche pensando en que algo pudiera pasarnos, agarramos los bártulos, así, como están ya, armados para la pernocta, y nos mudamos de lugar. De esta manera hablamos un poco con la gente del barrio sobre sus costumbres: sobre los roles de género (mujeres: casa, hijos y ganado; hombres: chacra o campo; todos: partido de fútbol los domingos… ya no el voleibol, que era tan común en otras partes del Perú y en todo Ecuador…).
Por la mañana siguiente reemprendemos camino hacia Punta Callán. Nos detenemos a comprar algo de pan para el día en una tienda suficientemente surtida para este menester y la vendedora se sorprende de que estemos ya 5 años juntos y no tengamos bebés. Nos pregunta cómo nos protegemos. Ella ya no quiere tener más hijos y la doctora solo le habla de la posibilidad de operarla y ligarle las trompas. No conoce el condón o preservativo. Nosotros no tenemos ninguno para mostrárselo pero le animamos a que pregunte por él en el servicio médico. También le hablamos de otros métodos anticonceptivos. La señora queda agradecida, al igual que una señora con la que platiqué muy parecidamente, otrora en Cajabamba.
Felizmente, coronamos el collado por la mañana, sin saber la hora exacta porque no llevamos reloj para ahorrar peso.  Nos habían dicho que encontraríamos al Serenazgo patrullando esa zona tan peligrosa por asaltantes, pero brilla por su ausencia. Decidimos no adentrarnos monte arriba, hacia la laguna Torcú, de la que nos han hablado más abajo, porque el camino no es demasiado claro, y andamos algunos kilómetros por carretera para encaminarnos hacia la laguna Wilcacocha, tremenda desconocida un valle más hacia el norte. Por momentos debemos descalzarnos para cruzar algunos ríos que por estas fechas sí traen agua, a diferencia de los meses secos: de mayo a octubre. Por esta misma razón podemos disfrutar de un paisaje verde y cultivado con quinua, papa, trigo, maíz, haba…
Encontramos algunos pastores y pastoras por el camino que nos indican la dirección que debemos tomar, a veces monte a través. No pueden decirnos cuanto tiempo resta hasta la conocida laguna ya que ellos nunca han ido. Sin embargo, en menos de dos horas la avistamos: está en un lugar idílico, con hermosas vistas del nevado tropical más alto del mundo. Aquí pernoctaremos esta noche para tener el privilegio de gozar de las mejores panorámicas de estos montes pronto, en la mañanita, antes de que todo se vuelva a nublar.

Nuestra balconada privilegiada de esta noche. La mole en sombra de la izquierda es el Huascarán con sus 6.768 metros.

Laguna Wilcacocha

Pero, todo no es alegría: haciendo gala de esta racha de cosas malogradas que llevamos, la suela de mis zapatillas se desprende en la punta haciéndome caminar como si llevara aletas de bucear. Necesitamos encontrar una zapatería, pero no queremos bajar a la carretera para recorrer los kilómetros que distan hasta el siguiente pueblo grande. Un amable señor que vive en Huaraz pero sigue teniendo cultivos por estas tierras (algo común desde que los terrucos o senderistas, refiriéndose a Sendero Luminoso, sembraron el pánico en esta gente) nos indica un camino a media ladera o falda, como le dicen aquí. Nos lleva por caseríos en los que las ancianas personas que los moran sólo saben hablar quechua. Nos contestan generosamente cuando preguntamos por Santa Catalina, próxima población de referencia, pero no entendemos mucho: solo que falta camino (porque alargan las sílabas) y que es más o menos recto (más o menos porque de tanto trabajar la tierra la mano que utilizan para hacer el gesto de “de frente” está ya un poco chueca).
Por suerte no tenemos que subir y bajar demasiado para llegar a nuestro destino: los riachuelos son poco caudalosos y lo más difícil del día es que el camino a media ladera se adentra y sale en repetidas ocasiones en y de la montaña.

Apaño casero hecho a las zapatillas para que lleguen hasta Santa Catalina
Nuestra sorpresa al arribar a Santa Catalina es que de sus 11 habitantes 9 están en la chacra. Es ya el tercer día y apenas nos queda una cena para cocinar. Tenemos hambre, no hay quien remiende mis zapatos y decidimos encender el hornillo aunque no sea hora en la que típicamente lo hacemos. Una señora se nos adelanta ofreciéndonos dos ricos platos de sopa. También nos ofrece papas o harina. Le compramos la segunda y hacemos unos ricos talos con el queso DURO que días atrás compré en el mercado de Huaraz. Desde que partimos de Euskadi en enero del 2014 es el queso más curado que hemos probado. Lástima que tenga un ligero halo a la gasolina que utilizamos para cocinar y que se derramó el primer día de caminata…
Camino hacia Santa Catalina alzando bien los pies por las malogradas zapatillas

Talo con queso curado sabor a gasolina

Bonita composición de la puerta de una de las casas en Santa Catalina


Más tarde aparece Doña Teodófila, hermosa mujer a la que no logramos tomar una foto que merezca la pena publicar. También nos ofrece un plato de comida sazonada con mucho gusto y nos invita a dormir en su casa. Insistimos en no molestar, debido a que tenemos la carpa con nosotros y a que nos han dicho que podemos ponerla en la plaza de armas o centro del pueblo, pero decidimos cenar conjuntamente unas papas que aportamos nosotros y una sopa de harina de habas que ella prepara.
Para ese instante ya hemos encontrado remendador aficionado de zapatillas: un señor que ha vuelto de la chacra y que se ofrece a hacerlo. Le lleva unas horas, pero las suelas quedan debidamente selladas y yo contenta.
Por mi parte aprovecho para lavarme un poco en el río y limpiar ropa. Erik ha decidido vivir como la gente de estos parajes y no tocar el agua en 6 días. Por un lado, se entiende: hace frío, el agua fluye más fría aún, y la montaña no ensucia como lo hace la civilización. Creo que en parte la mugre que acumula Erik estos días nos calienta durante las frías noches que dormimos entre 3.200 y 4.200 m.s.n.m.
Al día siguiente bajamos a la carretera del corredor del Huaylas y salvamos algunos kilómetros hasta una localidad más grande, Recuay, donde nos abastecemos para otros tres días. Hemos decidido cruzar el valle y adentrarnos en la Cordillera Blanca, haciendo caso omiso de lo que nos habían contado en Huaraz y regresando con cuidado a por nuestro paquete también por la montaña.
A 30 minutos de pendiente desde el río de Recuay el cual cruzamos subidos a un bagoncillo colgante encontramos dos lagunas que nos invitan a poner la tienda. Durante la tarde llueve fuertemente y la carpa se moja ligeramente por un lado. Esto nos hace sentirnos algo inseguros sobre nuestra supuesta “autosuficiencia”, pero ya hemos emprendido camino de vuelta hacia Huaraz y vamos a intentar completar este trekking.
Una cosa lleva a la otra y un paso al siguiente: en la próxima localidad, Cangry Chico, nos dicen que para cruzar el río podemos tirarnos hacia la carretera o bien seguir monte arriba y cruzarlo en un lugar llamado Llanamitu, donde además podremos comprar queso fresco de las vacas que acaban de ordeñar. Llegar hasta allá, finalmente, nos lleva todo el día. Sin embargo, merece la pena, y mucho: aparecemos en un valle espectacular, parte de una caminata bastante común entre los tour operadores de la zona que salva la distancia entre los núcleos de Olleros y Chavín (unas 14 horas andando). 

Valle hacia Chavín

Nosotros nos quedamos en el primer tercio de este paseo. Queremos evitar nieve y riesgos… No por nada nos advirtieron del Chukaro padecido por algunos gringos como nosotros, el cual les quita la fuerza y los deja como dormidos, sin energía en la montaña hasta quedarse secos y a veces nunca los encuentran. Un señor con pocas dotes de comunicación nos dio a entender que al cerro hay que hablarle, hacerlo amigo y ofrecerle un caramelo, una mandarina… Para que esto no ocurra.
Nosotros llevamos los caramelos y mandarinas contadas para que las mochilas no carguen aún más nuestras espaldas, así que mejor observamos al cerro desde  la distancia. Además así vivimos uno de los momentos, para mí, más mágicos de estos días: conocer y compartir con Doña Nola (posible nombre de alguna hija que tengamos, si algún día aprendemos cómo…) una pastora de la puna, como le dicen a esta zona tan desolada de la montaña. Le ayudamos a recoger la lana que acaba de esquilar de algunas de sus ovejas y llevamos al rebaño a dormir. Ella nos invita a pernoctar en una de sus chozas; un sueño para cualquier amante de la serie Heidy.

Nuestro cuarto de hotel para esta noche y la lana con la que compartimos cuarto

El momento me hace recordar los cuentos infantiles o juveniles de Bostak o Los cinco, los cuales lo hubieran descrito con la siguiente frase: artzaiak egin berri zuen gazta freskoa daztatu zuten eta ondoren lastozko ohe batean lo egin (degustaron el queso fresco recién hecho por la pastora y después descansaron en una cama de paja).
Al día siguiente emprendemos una empinada subida hasta la cota más alta de este y de todos los viajes realizados hasta la fecha: el cerro Tallapunta a 4.631 m.s.n.m. No es un monte muy conocido, de hecho, lo hemos tenido que buscar y rebuscar en un muy buen mapa que tenemos en el camping desde el que estamos escribiendo esta entrada, pero con esta subida y lo que desde allí apreciamos queda afirmada nuestra preferencia por lugares a los que la gente no suele acudir porque la Unesco u otra entidad todavía no lo ha catalogado como “patrimonial”.

Vistas desde el Cerro Tallapunta

De allá descendemos incómodamente, por la falta de camino, hasta Rurec, otro valle donde las montañas rocosas nevadas protagonizan el paisaje, un río y los meandros que éste hace lo cruzan verticalmente y ganado sobre un verde pasto termina de darle una perfecta composición a la imagen. Dos pastores nos indican la dirección que debemos tomar para llegar en dos días a Huaraz. Están lamentando la muerte de un toro, que calló tras una pelea con otro macho de la manada a un pequeño río y allí falleció. Los zorros y cóndores han hecho de las suyas. Solo pueden salvar dos trozos de carne que quedaron aplastados por el mismo animal.

Valle de Rurec, Garbi abajo a la derecha y cada punto abajo en el valle, es una res.

Uno de los pastores nos alcanza en nuestro camino hacia Huirapampa. Él va en burro, especie, decían, en peligro de extinción en Euskadi. Aquí los vemos de dos en dos: uno para la persona y otro para su carga. Son animales amigables que nos saludan a nuestro paso hinchando los orificios de su nariz y realizando el típico rebuzno que todos hemos imitado alguna vez onomatopeyicamente o en la canción tantas veces entonada a varias voces en mi familia “Ein Kuk-kuk und ein Esel”.

Por falta de pilas no hemos tomado muchas fotos a la impresionante fauna y flora del lugar, pero sí merecía la pena...

El último día de caminata completo nos recuerda al Camino de Santiago por la costa: subimos y bajamos un total de 5 valles con fuertes y largas pendientes. En Macashca, a unas 2 horas caminando de Huaraz, don Anacleto y su esposa insisten en que durmamos en una habitación/capilla que tienen cerca de la iglesia. Esto nos posibilita un mayor descanso que el porche de la iglesia, el cual pretendíamos ocupar por las fuertes lluvias tormentosas que se avecinan por la tarde. También nos regalan un pocito de rica mazamorra a base de harina de trigo tostada. Es algo parecido al morokil del que mi aita me ha hablado en alguna ocasión, creo. Nosotros también lo preparamos en uno de nuestros desayunos, haciendo gala del refrán “lekuan lekuko eta urtaroan urtaroko” (en cada lugar lo del lugar y en cada época del año lo de esa época del año). Y es que si en Centro América aprendimos y degustamos muchas frutas tropicales, aquí estamos conociendo los granos que acostumbran a consumir las personas andinas. La mazamorra también la preparan de maíz o con Quaker (la marca de avena que aquí se gasta) y quinua (importante fuente de proteína). Así, entendemos, ingieren líquido, que difícilmente querrán tomar en su versión fría recién bajada de los glaciares a pocos kilómetros y meten energía al cuerpo, que ¡buena falta hace!
Solo queda relatar que el día que arribamos a Huaraz llega también la dichosa llanta. A las 9 am aún no la tenía Serpost, el servicio de correos nacional, pero una hora más tarde está felizmente en nuestras manos, de manera que pronto reanudaremos andanzas a lomos de estas, nuestras burritas.

Huaraz a nuestra vuelta, felices de completarla.


ENGLISH

We switch from bike to rucksack

This is our current situation: In Peru we cannot find a replacement for Erik's back wheel. Now Erik's mother, Trini, will send the replacement part from Vitoria/Spain. It is expensive, but we can at least hope for good quality. Although the mailing is done on the fastest way, it will be for at least six days before it reaches us.

We are in Huaraz, where we wait for the package. We do not like the city. It's loud, big and touristy. In the tourist office we ask for the possibility of walks for a few days near the Cordillera Blanca towards the east. There are several tours: We can book one with a guide or through an agency. If you want to walk alone, you can only take trips of a day or two after payment of 10 soles (about $ 3) per person and day or 65 soles (about $ 21) if you want to sleep in the mountains. We think that this program does not suit us, even though we were told, the trails in the Cordillera Blanca are among the finest in the world. To walk under such standards is not to our taste.

Photo 1: Erik's new rucksack, in the background the Cordillera Blanca seen from theCordillera Negra.
On the other side of this famous mountain range there is the Cordillera Negra, so named because it has no snow covered mountains as has the Cordillera Blanca. Both mountain ranges lie to the west of the country and with a bit of luck we will be able to admire the white mountains in all their beauty from the distance. On Internet we read a few words about these smaller mountains of the Cordillera Negra, which rarely reach the height of 5,000m. There is not much information, but one statement amazes us: The people who live on this side of the corridor of Huaglas, where also Huaraz is situated, are friendlier than those who live in the Cordillera Blanca, because they have less contact with tourists. For us, the decision is easy. We buy the biggest rucksack of the store, which we find without difficulty because of the tourism. In it we put the essentials and make our way towards the Cordillera Negra. Here we are guided by friendly people's advice and spend six very good days while we wait for the spare part from Spain. We are planning two goals, the mountain pass Punta Callan, 4,200m, and the lagoon Wilcacocha. From these points, we have been assured we should have beautiful views of the mountains.
But we want to act the same way when riding our bicycles now that we are hiking. Not everything should be planned, for we also need the surprise of the unexpected, the decision of the moment, the information from locals (the map from the tourist office is not much of a help), and above all we want to enjoy the hike.
We leave our bikes and bags piled up in the inn, from which we have arranged everything for the spare part for Erik's bike, buy food for three days and begin the march up hill. We ask people we meet. This helps us to avoid the large curves of the road and allows us to make some short cuts which other hikers have marked before us.
The climb to Punta Callan is scattered with districts of Huaraz and villages, but the shepherds who live here are different from the residents of Huaraz by the way they look at us. We listen and learn our first words in Quechua. It will help us in the next few days with our contacts. Sure the spelling is not right: Pailla (like "paella") means "thank you," amari (something like: I give you my love) is used as a greeting, the same as llamellucu, which is used by greetings with a handshake for presentation. Goodbye is eua, reminiscent of a common family name in Yukantán. Finally, a word that we are unlikely to use but that we will not forget: cuchi, it means "pig". The Quechua language is different depending on the region, so we will soon have to learn other words, what will not be easy for our untrained brains during the last few months relating to intellectual work.
On this first day in the mountains with our new rucksack, completely independent, we need some time in order to agree on the place for the tent.

Photo 2: Cordillera Blanca and Huaraz down in the valley.

After dinner, I'm sleepy and Erik watches the passing of clouds. Just before sunset two women come to us making us aware of possible attacks. They advised us to camp between their houses so that the dogs can warn us by their barking in case of any danger. I don't take long to decide. Before I spend a restless night because of being afraid that someone might hurt us, I prefer to take all the things the way they are set up and move to another place. This way we can speak with the locals about their customs (women: house, children, small animals, men: cattle,barn and field, all play football on Sundays. Here it is no longer volleyball like in Ecuador and other part of Peru that interests people.).
In the morning we go to Punta Callan. We buy some bread in a shop that offers a pretty good range of food. The owner is surprised that we have been together for five years and have no children. We are asked for our contraceptives. The woman does not want any more children, but the doctor offers her only the sterilization. She does not know the condom. We do not have one with us, but we advise her to check with the doctor. We also mention other contraceptives. The woman thanks us very much like another one too in Cajabamba with whom we also talk about contraception.
During the morning we reach the highest point of the pass without knowing the exact time because we left our watch in Huaraz, to save weight. We were told that we would find a game warden in this dangerous district, because of assaults, but we do not come across him. We decide not to go higher up to the lagoon Tarcu of which we have heard below, because the way is not clearly marked. So we walk a few miles on the road towards the lagoon Wilcacocha, a surprisingly unknown lagoon in a valley to the north. Sometimes we have to take off your shoes and wade through rivers, which don't carry water from May to October. Now is the rainy season so we can admire a green landscape, the fields are planted with Andean millet, potatoes, wheat, corn, lima beans, etc.
We meet some shepherds and shepherdesses, who show us the way, sometimes across the field. They can not say how long it takes to the lagoon, because none of them has been there. But in less than two hours we reach our goal and have an idyllic view of huge, snow-capped mountains. We get up early next morning to have another view of the mountains, before clouds may cover everything.

Photo 3: Our special resting place for the night. The mountain on the left is the Huasarán with 6.768m.

Photo 4: Lagoon Wilcacocha.

However not everything is encouraging. To continue along the line of negative events, one of my shoe soles gets lose at the tip, so I walk as if I were waring flippers. Now a shoemaker needs to be found, but we do not want to walk down to the road, in order to cover the few miles to the nearest town. A nice man, who lives in Huaraz but has his fields here (a common situation since the Sendero Luminoso caused fear in the population), shows us the way on a slight slope. We pass farms where old people dwell, who only speak Quechua. They answer us willingly when we ask the way to Santa Catalina, the next place, but we understand little, only that it is still far (we recognize it by the fact that the syllables are pulled long) and that the path goes straight. Luckily we do not need to climb up and down to achieve our goal. The streams have little water. The hardest part of this day is having to walk halfway up the slope, which sometimes runs between the mountains and then runs free again.

Photo 5: The strapping must keep until Santa Catalina.

It amazes us upon arrival in Santa Catalina that nine of the eleven inhabitants of the place are on the fields. On this third day of hiking we do not have much to eat. We are hungry and there is no one to repair my shoes. So we decide to light our stove, although it is not the usual time for it. A woman offers us a bowl of soup and also potatoes and flour. We buy flour and make us pancakes with cheese, I had bought days ago in Huaraz and it is very hard. Since we left Euskadi in January 2014, this is the hardest cheese that we have eaten. It's a shame that it has a connotation of petrol. We need it to light the stove and some of it was spilled on the first day of the hike.

Photo 6: On the road to Santa Catalina with defect shoes.

Photo 7: cakes and hard cheeses with gasoline taste.

Photo 8: A pretty composition with the door of one of the houses of Santa Catalina.

Later Doña Teodófila appears, a good-looking woman of whom we unfortunately can not make a decent photo. She offers us well-seasoned food and invites us to sleep in her house. We convince her that we want to stay in the tent. It is situated in the center of the village with the permission of the residents. But we are happy to accept the invitation to have supper with her, which consists of our potatoes and a soup of lima beans from the hostess. Meanwhile, we also find someone who can mend my shoe soles. It is a man who has come back from the field. He needs a few hours, but the shoes are again well bonded and I am pleased.
I take the opportunity to wash in the river and also to clean some clothes. Erik is determined to live like the locals and stay away from the water in these six days. Actually I understand it, because it's cold and the water is colder. Moreover, nature is not as dirty as civilization. Maybe Erik's lack of hygiene gives us a little more heat when we sleep between 3,200m and 4,200m of altitude.
The next day we walk down the road in the corridor of Hyaylas and come to the place Recuay where we buy groceries for the next three days. We decide to cross the valley and visit the Cordillera Blanca, despite the information regarding payments from the tourist office in Huaraz. After 30 minutes walking upwards from the river Recuay, which we cross in a suspension carriage, we arrive at two lagoons, which offer us an ideal place for the tent. In the afternoon it rains heavily and the tent is wet on one side. This makes us a little unsure of our so-capitalized "independence", but we are on the way back to Huaraz and want to try to finish the hike as planned.
In the next place, Cangry Chico, people informed us about two ways to get back to Huaraz. The first is to cross the river and walk along the road and the second, to climb the mountain in order to reach the place Llamamitu where we could buy fresh cheese made from cow's milk. The hike up there lasts all day. But it is worth it. We go through a spectacular valley. Part of the trail is available for tourists, between the villages of Olleros and Chavin (14 hours walking).

Photo 9: valley towards Chavin.

We turn back after the first third of the way, because we want to avoid snow and other risks. We were warned about the mountain Chukaro. The gringos like us are exposed to the mountain which takes one's force and puts one into a sleep-like state. The energy is lost, and sometimes that means death. A man who does not show great skills of communication, tells us that we must speak to the mountain and win him as a friend. This could be achieved by such gifts as a candy, a tangerine, etc. That way we would be save. Our sweets and tangerines are counted to avoid unnecessary weight of the rucksack, so we think it advisable to admire the mountain from a safe distance. Thanks to this renunciation we have one of the most enchanting moments of these days; we meet Doña Nola (a possible name for a daughter that we might have one day). She is a shepherdess in this barren area of the mountains. We help collecting the just shorn wool and getting the sheep into the stable. Doña Nola invites us to spend the night in one of their huts, a dream for every lover of the TV series Heidi.

Photo 10: Our hotel room and the wool with which we share the space.

I remember the books for children like "The Five" in which one would describe the event as follows: “They ate the just prepared cream cheese from the shepherdess and slept in a bed of straw later ".
The next day we climb steeply up to a previously unattained level, the Tallapunta with 4.631m. This mountain is not very well known. We had to work hard to find it on a very good map, which we got on the campsite, from which we write this. But we confirm the fact that it is much more impressive to visit places that are not so well known because they do not have a classification of Unesco or any other organization.

Photo 11: View from Tallapunta.

From here we descend very uncomfortably, because there is no path to Rurec. The snowy mountains dominate the landscape. A river and its meanders cross the mountains perpendicular and along with the grazing cattle on green meadows are a special sight. Two shepherds show us the way to reach Huaraz in two days. They tell us of the death of one of their bulls, who was killed while fighting with another bull by falling into the river and die there. The foxes and the condors were eating their fill of the meat and the shepherds could only save two pieces.

Photo 12: The Valley Rurec, Garbi bottom right, and each point in the valley is a cow.

One of the shepherds reach us on our way to Huirapampa. He rides a donkey, a species which is apparently dying out in Euskadi. Here we see them in pairs, one rides the owner and the second one is used for the charge. They are friendly animals which welcome us with their typical cry when passing.

Photo 13: Because we lack new batteries, we only make a few photos of this stunning landscape that was worthwhile the visit.

The last full day of hiking reminds us of the pilgrimage route to Santiago de Compostela on the coastal path. We climb up and down steep, long slopes and we come through five valleys. In Macashca, about two hours' walk from Huaraz, Don Anacleto and his wife insist that we sleep in a room / chapel near the church. The space provides us a better protection than under the canopy of the Church. There we thought of putting up the tent because of the heavy rain and storms that come up in the afternoons. The couple also gives us some "Mazamorra", a mash of toasted wheat flour. We sometimes eat this for breakfast with the motto: "Eat what the locals eat and what grows in that season." While we got to know and enjoy a lot of tropical fruit in Central America, we learn here about the different types of grain, which the locals grow. The porridge of mazamorra one prepares either from corn or oats and quinoa, an important source of protein. This way, we think, the locals take liquid substances and energy, something very necessary. To drink the water as it comes from the glaciers, is certainly not pleasant.
On the next day we reach Huaraz. At 9 clock the spare part has not yet arrived from Vitoria at Serpost, the national postal service, but an hour later it is presented to us. So we can soon continue our journey on our (wire) donkeys.

Photo 14: Huaraz after our return. We are happy we did it!

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DEUTSCH

Wir wechseln vom Fahrrad zum Rucksack

Das ist unsere jetzige Lage: In Peru haben wir keinen Ersatz finden können für das Hinterrad Eriks. Nun wird uns Eriks Mutter, Trini, das Ersatzteil von Vitoria aus schicken. Es ist kostspielig, aber wir können wenigstens auf gute Qualität hoffen. Obwohl die Sendung auf dem schnellsten Wege geschieht, wird sie wenigstens sechs Tage unterwegs sein.
Wir sind in Huaraz, wo wir auf das Paket warten. Uns gefällt die Stadt nicht. Sie ist laut, groß und touristisch. Im Touristenbüro erkundigen wir uns nach der Möglichkeit, einige Tage in der nahen Cordillera Blanca zu wandern in Richtung Osten. Es gibt verschiedene Touren: Man kann mit einem Führer oder über eine Agentur Wanderungen machen. Wenn man alleine laufen will, kann man nur Ausflüge von ein oder zwei Tagen machen über vorgeschriebene Wege und nach Zahlung von 10 Soles (etwa 3$) pro Person und Tag oder 65 Soles (etwa 21$) wenn man übernachten will in den Bergen. Wir meinen, daß uns dieses Programm nicht reizt, auch wenn man uns erzählt hat, die Wanderwege in der Cordillera Blanca gehören zu den schönsten der Welt. Unter solchen Normen zu laufen ist nicht nach unserem Geschmack.
Foto 1: Der neue Rucksack Eriks. Im Hintergrund die Cordillera Blanca von der Cordillera Negra aus gesehen.
Auf der anderen Seit dieser berühmten Berge befindet sich die Cordillera Negra, so genannt weil sie nicht verschneit ist wie erstere. Beide Bergketten liegen im Westen des Landes und mit ein bißchen Glück können wir sicher die weißen Berge in ihrer vollen Schönheit bewundern. Im Internet lesen wir noch einiges über diese kleineren Berge der Cordillera Negra, die selten die Höhe von 5.000m erreichen. Es gibt nicht viel Information, aber ein Satz erstaunt uns: Die Menschen, die auf dieser Seite des Korridors von Huaglas leben, in dem auch Huaraz liegt, sind freundlicher als die, die in der Cordillera Blanca leben, denn sie haben weniger Kontakt mit Touristen. So fällt uns die Entscheidung leicht. Wir kaufen den größten Rucksack des Ladens, den wir ohne Schwierigkeiten finden wegen des regen Tourismus. In ihn stecken wir das Nötigste und machen uns auf in Richtung Cordillera Negra. Dort lassen wir uns von freundlichen Leuten beraten und verbringen sechs ganz tolle Tage während wir auf das Ersatzteil aus Spanien warten. Wir planen zwei Ziele, den Bergpaß Punta Callán, 4.200m, und die Lagune Wilcacocha. Von diesen Punkten aus soll man wunderschöne Aussichten auf die Berge haben, hat man uns versichert.
Aber wir wollen auch beim Wandern so vorgehen wie beim Radfahren. Es soll nicht alles geplant sein, sondern wir brauchen auch die Überraschung des Unerwarteten, die Entscheidung des Moments, die Information von Einheimischen (die Karte, die uns das Touristenbüro überreicht, ist keine große Hilfe) und vor allen Dingen wollen wir die Wanderung genießen.
Wir lassen unsere Räder und Taschen aufgestapelt in der Pension, von der aus wir alles geregelt haben für das Ersatzteil für Eriks Fahrrad, kaufen Proviant für drei Tage und beginnen den Marsch bergaufwärts. Wir fragen Leute, denen wir begegnen. Dadurch vermeiden wir die großen Kurven der Straßen und bewegen uns auf Abkürzungen, die andere Wanderer vor uns geprägt haben.
Der Aufstieg nach Punta Callán ist gestreut mit Bezirken von Huaraz und Dörfern. Die Viehhüter, die hier leben, unterscheiden sich von den Bewohnern Huaraz durch die Art und Weise wie sie uns anblicken. Wir hören und lernen auch die ersten Wörter in Quechua, Es hilft uns in den nächsten Tagen bei der Verständigung. Sicher ist die Schreibweise nicht richtig: pailla (ähnlich wie „paella“) bedeutet „danke“, amari (etwa: ich gebe dir meine Liebe) wird als Gruß benutzt, ebenso wie llamellucu, das man verwendet bei der Begrüßung mit Handschlag zum Vorstellen. Auf Wiedersehen ist eua, was an einen häufigen Familiennamen in Yukantán erinnert. Zum Schluß noch ein Wort, das wir kaum benutzen aber nicht vergessen werden: cuchi, es bedeutet „Schwein“. Die Sprache Quechua ist unterschiedlich je nach Region, daher werden wir bald andere Wörter lernen müssen, was bei unseren seit einigen Monaten untrainierten Gedächtnissen in Bezug auf geistige Arbeit, nicht leicht sein wird.
An diesem ersten Tag in den Bergen mit unserem neuen Rucksack, werden wir uns erst nach geraumer Zeit einig über den Rastplatz.
Foto 2: Cordillera Blanca und Huaraz unten im Tal.
Nach dem Abendbrot bin ich schläfrig und Erik beobachtet das Vorbeiziehen der Wolken. Kurz vor Sonnenuntergang kommen zwei Frauen zu uns, die uns auf mögliche Überfälle aufmerksam machen. Sie raten uns, zwischen ihren Häusern zu zelten, damit die Hunde uns durch ihr Bellen vor irgendeiner Gefahr warnen können. Ich überlege nicht lange. Ehe ich eine unruhige Nacht verbringe weil ich Angst habe, jemand könnte uns schaden, nehmen wir lieber alle Sachen so wie sie aufgebaut sind und wechseln den Ort. Dadurch können wir auch mit den Einheimischen sprechen über ihre Bräuche (Frauen: Haus, Kinder, kleines Viehzeug; Männer: Stall und Feld; alle spielen Fußball am Sonntag. Hier dreht es sich nicht mehr um Volleyball wie in Ecuador und anderen Teil Perus).
Am Morgen laufen wir nach Punta Callán. Wir kaufen etwas Brot in einem Laden, der ein recht gutes Sortiment anbietet. Die Besitzerin ist erstaunt, daß wir schon fünf Jahre zusammen sind und noch keine Kinder haben. Wir werden gefragt nach unserem Verhütungsmittel. Die Frau will keine Kinder mehr haben, aber die Ärztin bietet ihr nur die Sterilisierung an. Sie kennt das Kondom nicht. Wir haben keines bei uns, aber wir raten ihr, bei der Ärztin nachzufragen. Wir erwähnen auch andere Verhütungsmittel. Die Frau bedankt sich sehr, wie auch eine andere in Cajabamba, mit der wir ebenfalls über Empfängnisverhütung sprechen.
Noch am Vormittag erreichen wir den höchsten Punkt des Passes ohne die genaue Uhrzeit zu wissen, weil die Uhr in Huaraz zurückgeblieben ist, um Gewicht zu sparen. Man hatte uns gesagt, daß wir einen Wildhüter antreffen würden in diesem,durch Räuber, gefährlichen Bezirk, aber wir sehen ihn nicht. Wir entschließen uns, nicht höher zu steigen bis zur Lagune Tarcú, von der wir weiter unten gehört haben, weil der Weg nicht klar markiert ist. So laufen wir einige Kilometer auf der Straße in Richtung Lagune Wilcacocha, eine erstaunlicherweise unbekannte Lagune in einem Tal weiter nördlich. Ab und zu müssen wir die Schuhe ausziehen und durch Flüsse waten, die erst zwischen Mai und Oktober kein Wasser führen. Jetzt ist die Regenzeit und so können wir eine grüne Landschaft bewundern. Die Felder sind bestellt mit Andenhirse, Kartoffeln, Weizen, Mais, Limabohnen usw.
Wir treffen einige Hirten und Hirtinnen, die uns den Weg weisen, manchmal quer Feld ein. Man kann uns nicht sagen, wie lange man bis zur Lagune braucht, weil keiner von ihnen dort gewesen ist. Aber in weniger als zwei Stunden erreichen wir unser Ziel und haben eine idyllische Aussicht auf riesige, schneebedeckte Berge. Hier übernachten wir, um am frühen Morgen die Aussicht auf die Berge zu haben, ehe die Wolken eventuell alles bedecken.
Foto 3: Unser spezieller Rastplatz für die Nacht. Der Berg zur Linken ist der Huasarán mit 6.768m.
Foto 4: Lagune Wilcacocha.
Aber nicht alles ist erfreulich. Um weiterhin auf der Linie der negativen Ereignisse zu wandern, löst sich eine meiner Schuhsohlen an der Fußspitze, so daß ich wie mit Schwimmflossen laufen muß. Jetzt ist ein Schuster von Nöten, aber wir wollen nicht zur Straße runter laufen, um die paar Kilometer bis zum nächsten Ort zurückzulegen. Ein netter Mann, der in Huaraz wohnt aber hier seine Felder hat (eine häufige Situation seit der Sendero Luminoso Angst unter der Bevölkerung auslöste), weist uns den Weg auf halber Anhöhe. Wir kommen an Bauernhöfen vorbei wo alte Leute wohnen, die nur Quechua sprechen. Man antwortet uns bereitwillig als wir nach dem Weg nach Santa Catalina, den nächsten Ort, fragen, aber wir verstehen wenig, nur daß es noch weit ist (das erkennen wir daran, daß die Silben lang gezogen sind) und daß der Weg gerade aus geht. Zum Glück brauchen wir nicht hoch und runter zu steigen zur Erreichung unseres Ziels. Die Bäche haben wenig Wasser. Das schwerste an diesem Tag ist der Weg auf halber Höhe des Abhangs, der zwischen den Bergen verläuft und dann wieder freier.
Foto 5: Die Verschnürung muß bis Santa Catalina halten.
Es wundert uns bei der Ankunft in Santa Catalina, daß neun der elf Bewohner des Ortes auf den Feldern sind. An diesem dritten Wandertag haben wir nicht mehr viel zu essen. Wir sind hungrig und es findet sich niemand für die Reparatur meiner Schuhe. So entschließen wir uns, unseren Kocher anzuzünden, obwohl es nicht die gewohnte Zeit dafür ist. Eine Frau bietet uns einen Teller Suppe an und außerdem Kartoffeln oder Mehl. Wir kaufen Mehl und machen uns Fladen mit Käse, den ich vor Tagen in Huaraz gekauft hatte und der sehr hart ist. Seit wir im Januar 2014 Euskadi verließen, ist das der härteste Käse, den wir gegessen haben. Es ist nur schade, daß er einen Beigeschmack von Benzin hat. Wir brauchen es zum Anzünden des Kochers und etwas davon war am ersten Tag der Wanderung ausgelaufen.
Foto 6: Auf dem Weg nach Santa Catalina mit den kaputten Schuhen.
Foto 7: Fladen und Hartkäse mit Benzingeschmack.
Foto 8: Eine hübsche Komposition mit der Tür eines der Häuser von Santa Catalina.
Später erscheint Doña Teodófila, eine gutaussehende Frau von der wir leider kein entsprechendes Foto machen können. Auch sie bietet uns ein gut gewürztes Essen an und lädt uns ein, in ihrem Haus zu schlafen. Wir überzeugen sie, daß wir im Zelt übernachten wollen. Es ist in der Mitte des Dorfes aufgestellt mit Erlaubnis der Bewohner. Aber wir nehmen gerne die Einladung an, mit ihr Abendbrot zu essen, das aus unseren Kartoffeln und einer Suppe aus Limabohnen der Gastgeberin besteht. In der Zwischenzeit finden wir auch jemanden, der meine Schuhsohlen flicken kann. Es ist ein Mann, der vom Feld zurückgekommen ist. Er braucht einige Stunden, aber die Schuhe sind wieder gut verklebt und ich freue mich.
Ich nehme die Gelegenheit wahr, mich im Fluß zu waschen und auch ein paar Kleidungsstücke zu säubern. Erik ist entschlossen, wie die Einheimischen zu leben und dem Wasser fernzubleiben in diesen sechs Tagen. Eigentlich verstehe ich ihn, denn es ist kalt und das Wasser ist noch kälter. Außerdem ist die freie Natur nicht so schmutzig wie die Zivilisation. Vielleicht spendet uns beiden Eriks fehlende Hygiene ein wenig mehr Wärme wenn wir auf 3.200m bis 4.200m Höhe schlafen.
Am nächsten Tag laufen wir bergab zur Straße des Korridors von Hyaylas und kommen zu dem Ort Recuay, wo wir Lebensmittel für die kommenden drei Tage einkaufen. Wir haben uns entschlossen, das Tal zu durchqueren und die Cordillera Blanca zu besuchen, trotz der Information über Zahlungen vom Touristenbüro in Huaraz. Nach 30 Minuten Anstieg vom Fluß Recuay, den wir in einem Hängewagen überqueren, kommen wir an zwei Lagunen,die uns einen idealen Platz für das Zelt bieten. Am Nachmittag regnet es stark und das Zelt wird auf der einen Seite naß. Wir fühlen uns dadurch ein bißchen unsicher mit unserer so groß geschriebenen „Unabhängigkeit“, aber wir sind auf dem Rückweg nach Huaraz und wollen versuchen, die Wanderung wie geplant zu beenden.
Im nächsten Ort, Cangry Chico, informiert man uns über zwei Möglichkeiten, um nach Huaraz zu kommen. Die erste ist den Fluß zu überqueren und auf der Straße zu wandern und die zweite, den Berg hochzusteigen bis zu dem Ort Llamamitu, wo wir auch Frischkäse aus Kuhmilch kaufen könnten. Die Wanderung bis dorthin dauert den ganzen Tag. Aber es lohnt sich. Wir kommen durch ein spektakuläres Tal. Ein Teil des Weges wird für Touristen angeboten, zwischen den Orten Olleros und Chavin (14 Stunden Marsch).
Foto 9: Tal in Richtung Chavin.
Wir kehren um nach dem ersten Drittel des Weges, denn wir wollen Schnee und andere Risiken vermeiden. Man hat uns vor dem Berg Chukaro gewarnt, dem Gringos wie wir ausgesetzt sind und der einem die Kraft nimmt und einen in einen schlafartigen Zustand versetzt. Die Energie geht verloren und manchmal bedeutet das den Tod. Ein Mann, der keine großen Fähigkeiten der Kommunikation zeigt, erzählt uns, daß man mit dem Berg reden und ihn zum Freund gewinnen müsse. Das könne man erreichen durch Geschenke wie z. B. einen Bonbon, eine Mandarine usw. So würde das nicht passieren. Unsere Bonbons und Mandarinen sind gezählt, um unnötiges Gewicht in den Rucksäcken zu vermeiden, daher ist es ratsamer, den Berg aus sicherer Entfernung zu bewundern. Außerdem erleben wir durch diesen Verzicht einen der bezaubernsten Momente dieser Tage; wir lernen Doña Nola (ein möglicher Name für eine Tochter, die wir vielleicht einmal haben werden) kennen. Sie ist Hirtin in diesem kargen Gebiet in den Bergen. Wir helfen beim Zusammentragen der gerade geschorenen Wolle und beim Eintreiben der Schafe. Doña Nola lädt uns ein, die Nacht in einer ihrer Hütten zu verbringen, ein Traum für jeden Liebhaber der Fernsehserie Heidi.
Foto 10: Unser Hotelzimmer und die Wolle, mit der wir den Raum teilen.
Ich erinnere mich an die Kinderbücher „Die Fünf“, in denen man dieses Ereignis folgendermaßen beschrieben hätte: „Sie aßen den gerade zubereiteten Frischkäse von der Hirtin und schliefen später in einem Bett von Stroh“.
Am nächsten Tag steigen wir steil nach oben bis zu einer bisher nicht erreichten Höhe, den Tallapunta mit 4.631m. Es ist kein bekannter Berg. Wir mußten uns anstrengen, ihn auf einer sehr guten Karte zu finden, die wir auf dem Camping Platz bekommen haben, von dem wir diese Eintragung machen. Aber es bestätigt sich, es ist bedeutend beeindruckender, Orte zu besuchen, die nicht so bekannt sind, weil sie noch keine Klassifikation der Unesco oder einer anderen Organisation haben.
Foto 11: Aussicht vom Tallapunta.
Von hier aus geht es abwärts auf unbequeme Weise, denn es gibt keinen Weg bis nach Rurec. Die schneebedeckten Berge überwiegen in der Landschaft. Ein Fluß und seine Mäander durchqueren die Berge senkrecht und zusammen mit dem weidenden Vieh auf grünen Wiesen ist das ein besonderer Anblick. Zwei Hirten weisen uns den Weg, um in zwei Tagen Huaraz zu erreichen. Sie erzählen uns von dem Tod eines ihrer Stiere, der bei einem Kampf mit einem Artgenossen in den Fluß gefallen war und dort verendete. Die Füchse und die Kondore fraßen sich satt an dem Fleisch und für die Hirten blieben nur zwei Stücke.
Foto 12: Das Tal Rureo, Garbi unten rechts und jeder Punkt im Tal ist eine Kuh.
Einer der Hirten erreicht uns auf unserem Weg nach Huirapampa. Er reitet auf einem Esel, eine Tierart, die anscheinend in Euskadi am Aussterben ist. Hier sehen wir sie zu Paaren, einen reitet der Besitzer und den zweiten benutzt er für die Ladung. Es sind freundliche Tiere, die uns beim Vorbeilaufen mit ihrem typischen Schrei begrüßen.
Foto 13: Da uns die Batterien fehlen, machen wir wenige Fotos von dieser beeindruckenden Landschaft, die sich gelohnt hat zu besuchen.
Der letzte volle Wandertag erinnert uns an den Pilgerweg nach Santiago de Compostela an der Küste entlang. Wir steigen auf und ab auf steilen, langen Hängen, wobei wir durch fünf Täler kommen. In Macashca, etwa zwei Stunden Fußweg von Huaraz, bestehen Don Anacleto und seine Frau darauf, daß wir in einem Zimmer/Kapelle in der Nähe der Kirche schlafen. Der Raum gewährleistet uns einen besseren Schlaf als unter dem Vordach der Kirche. Dort gedachten wir, das Zelt aufzustellen, wegen des starken Regens und der Gewitter, die an den Nachmittagen aufkommen. Das Ehepaar schenkt uns auch etwas „Mazamorra“, ein Brei aus geröstetem Weizenmehl. Wir essen es manchmal zum Frühstück nach dem Motto: „Iß was die Einheimischen essen und das was gerade wächst.“ Während wir in Zentralamerika eine Menge tropische Früchte kennenlernten und genossen, essen wir hier die verschiedenen Getreidesorten, die die Einheimischen verwerten. Den Mazamorrabrei bereitet man auch zu mit Mais oder mit Hafer und Andenhirse, eine wichtige Eiweißquelle. Auf diese Weise, meinen wir, nehmen die Einheimischen Flüssigkeit und Energiestoffe zu sich, was sehr notwendig ist. Das Wasser zu trinken, so wie es von den Gletschern kommt, ist sicher nicht angenehm.
Am nächsten Tag erreichen wir Huaraz. Um 9 Uhr ist das Ersatzteil aus Vitoria noch nicht eingetroffen bei Serpost, dem nationalen Postdienst, aber eine Stunde später wird es uns ausgehändigt. So können wir also bald unsere Reise auf unseren (Draht-) Eseln fortsetzten.
Foto 14: Huaraz nach unserer Rückkehr. Wir sind glücklich, wir haben es geschafft!

6 comentarios:

  1. Empecé leyendo con ánimo bajo y preocupación, de saberles sin llanta, y aventurándose a la montaña donde, precisamente me preguntaba, ¿qué tan seguro se está?
    Finalmente sus bellas palabras e imágenes me tranquilizaron, y una vez más me hicieron pensar y sentir: me encantaría estar ahí con ustedes, riendo, andando, pensando y maravillándome de esos pinlazos de naturaleza que las diosas y dioses creadores hicieron.
    GRACIAS una vez más por permitirnos/me acompañarles a través de este sitio.
    Disfruté mucho los relatos de "aun no tienen hijos", "el queso agasolinado", "relato de Heidy" y de "doña Nola" .... bello nombre!
    Les mandamos muchos besos y abrazos amorosos y llenos de muchas buenas vibras y energía! para que sigan su andar! =) =) =) (caritas, caritas y más caritas).

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    1. Mañana retomamos la bicicleta. Esperemos que esa energía nos ayude a acabar con la mala racha de cosas malogradas. Por suerte a veces buscamos y generamos posibilidades tan especiales como esta de hacer la espera a la solución menos dura. Están con nosotros: en cada pedalada, en cada paso, los recordamos y llevamos presentes. Caritas besuconas!!

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  2. Jajajaja te imaginé como Heidi, corriendo en círculos con tus manitas hacia atrás, un fuerte abrazo para ti y tu Pedro, sin duda alguna cada vez les admiro más, gracias por compartir tantas aventuras
    Amarí...

    Alejandrina

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    1. Créeme, no tenía fuerzas para correr en círculos ese día, pero seguro que el recuerdo del lugar, del momento, me hará correr y saltar cual Heidi en el futuro. Amarí desde acá también.

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  3. Lo mas gracioso fue ver tus Nikes.Jajaja, seguro porque no estabn en mis pies.Que hermosa Aventura!

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  4. Si mucho he disfrutado en vuestras bicicletas, tanto o más lo he hecho con vuestras caminatas. ¡¡¡Qué sitios!!! Además dicen que "en la variedad está el gusto" ¿no? Pues vosotros sí que tenéis variedad, de paisajes, de ciudades, de altura, de gentes... Me encantan las fotos, y el apaño de las zapatillas es ¡¡¡¡genial!!!! Todavía no me he recuperado del ataque de risa. Supongo que a ti, Garbi, te haría menos gracia el ir con pies de pato por la montaña. Bueno chicos, que tengáis suerte al regresar a vuestras burritas, y que todo vaya sobre ruedas (nunca mejor dicho). Besazos para los dos.

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